A pesar de lo elevado de las cifras, el cáncer de piel es uno de los tipos de cáncer con mejores perspectivas de curación si se detecta a tiempo (el 95% de los casos ). Según destacan los especialistas, una de las características que vuelven al cáncer de piel más «esquivo» es que no se percibe hasta pasados veinte años de la exposición desmesurada a la luz solar, cuya radiación ultravioleta o UV constituye el mayor factor de riesgo. Lo que da a entender que casi todos los casos que se encuentran hoy en día provienen de una época en que imperaba la moda de ponerse moreno a toda costa sin tener en cuenta ningún tipo de precaución.
Una de las cosas a tener más presentes a la hora de prevenir el cáncer de piel es que el 80% del daño solar se produce antes de los 18 años, por lo que es vital extremar la precaución con los más pequeños.
El cáncer cutáneo puede dividirse en dos tipos: melanoma (5% de los casos) y no melanoma, que incluye el carcinoma basocelular y el carcinoma espinocelular (95% restante). El primero es el que reviste mayor gravedad, y pese a su escasa proliferación, es responsable del 90% de las muertes por cáncer de piel.
Desde la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV) advierten que hay que vigilar la evolución de cualquier lesión, lunar, mancha o peca que presente las siguientes características: asimetría, bordes irregulares, color diferente o diámetro superior a seis milímetro. Y acudir al dermatólogo en cualquiera de estos casos, o si la lesión duele, pica o sangra.
Otros de los consejos a tener en cuenta son: controlar la exposición al sol, evitándola en las horas centrales del día -de 12 a 16 horas-; usar gafas de sol y ropa protectora: gorras y prendas de manga larga, y utilizar cremas fotoprotectoras. En este sentido, es importante que consultes a tu farmacéutico sobre el fotoprotector más adecuado en tu caso, en función de tu fototipo de piel, tu edad y hábitos de exposición (si haces deporte al aire libre, si la crema es para un niño que está continuamente en el agua, etc.).